Hoy caminando por el puente, flotando sobre la ría,
intenté dejar atrás los pensamientos, esos que nos atrapan de forma
desordenada, para centrarme solo en lo que veía, en las aguas brillantes, en el
olor a salitre y en lo que me esperaba en cuanto lo cruzara: las salinas y un
sin fin de plantas aromáticas. Me concentré en la belleza que tenemos tan a
mano, porque… ¿Cuántas veces pasamos por
los sitios y no los vemos?
De vuelta a casa
tenía de frente El Conquero dándome la bienvenida, a mi izquierda los coches
pasaban veloces como siempre, como todos en cuanto enfilamos ese carril, pendientes
solo de nuestro apresurado destino. A la derecha la Ría, plena y generosa, con
las gaviotas posadas en la orilla satisfechas, indolentes y despreocupadas.
Solo disfrutando.