Mi humilde violeta.
La miré como siempre
agradeciendo sus flores a mi humilde violeta, con ella y un café empieza el
día.
Las plantas, esos seres silenciosos
pero receptivos, acompañan el
discurrir de nuestras vidas, de hecho
hasta las venenosas tienen su razón de ser y en pequeñas dosis curan. Toda una
lección.
Pasa como con las personas,
que las hay tóxicas, pero que en realidad nos alertan de lo que “no debería ser” ¡También habrá que dar
gracias! y si no… siempre podemos recurrir a aquello de... “Hasta luego
Lucarrr” ¡¡¡ En fin…!!!