Esta combinación de sabores es perfecta para una quiche, un bocado único ya que los sabores se complementan en este pastel salado.
Las quiches son muy populares y se han convertido en un clásico desde la aparición de la Quiche Lorraine, quiche de Lorena, región del norte de Francia de la que proceden sus múltiples variantes.
Un plato riquísimo para quedar bien y que admite muchos sabores tantos como gustos y preferencias. Lo esencial y básico es una masa quebrada o brisée, una mezcla de huevos y nata o leche y le pones el relleno que más te guste.
En este caso unas tiernas acelgas, roquefort y una base de bacon. ¡Deliciosa!
Ingredientes:
- Masa quebrada redonda (comprada)
- 100 gr de bacon o jamón
- 400 gr de hojas de acelgas
- 1 cebolla
- 2 dientes de ajo
- 100 grs de queso Roquefort (u otro queso azul)
- 3 huevos
- 200 ml de nata (mas de 35% de materia grasa)
- 200 ml de leche entera
- Pizca de tomillo
- Pizca de pimienta negra molida
- Sal
- Aceite de oliva virgen extra
*Utilicé un molde de 26 cm. Si utilizas uno más pequeño la única diferencia es que las paredes de masa serán más altas y la quiche algo más gruesa.
Precalentar el horno a 200º C.
1 . Engrasar un molde poner encima la masa quebrada, adaptar a los bordes y pinchar la base con un tenedor para que el fondo no suba.
Meter en el horno y hornear durante 10-15 minutos hasta que los bordes estén algo dorados. Sacar y dejar en espera.
Cortar el bacon a tiras y saltear en sartén (sin aceite). Esto lo podemos hacer mientras se hornea la masa.
Distribuir el bacon por encima de la masa.
2 . En la misma sartén poner un poco de aceite y pochar la cebolla y ajos picados.
Agregar las acelgas troceadas y ligeramente hervidas. Poner sal al gusto.
Batir los huevos con algo de pimienta y sal. Le viene bien algo de tomillo.
Poner las acelgas encima del bacon y a continuación el queso gruyere troceado.
Cubrir con el batido de huevos, nata y leche. Meter de nuevo al horno. Bajar la temperatura a 180º C para que cuaje por dentro.
Hornear 35 - 40 minutos hasta que esté dorado.
Dejar enfriar un poco con el horno abierto. Servida calentita está de lujo, pero si la pones fría como entrante también hará las delicias de quien la pruebe.